Quisiera compartirles algunas guías sobre el establecimiento de límites y autoridad en la convivencia entre padres e hijos y docentes y alumnos.
En el colegio partimos del entendimiento que las figuras de autoridad son el resultado de una serie de experiencias, se construyen a partir de eventos que suman grados de confianza.
Para entenderlo con mayor claridad, es necesario distinguir las proporciones. En la relación entre padres/ hijos, docentes/alumnos, sin duda se presentarán distanciamientos, fisuras, errores, malos momentos o malas decisiones que disminuyen la potencia de una figura de liderazgo y de autoridad. Lo que salva el propósito de la relación es que, proporcionalmente, la congruencia y la consistencia, tienen mayor presencia.
La relaciones padres/ hijos, docentes/ alumnos, son asimétricas, porque la función principal de la autoridad es el cuidado del otro. Quienes son asistidos podrán sentirse protegidos, de esta forma se fomenta la confianza y se facilita la guía y el entendimiento.
A manera de ejemplo, pongo una situación. En un auto, vamos en el asiento de atrás del conductor, podemos distinguir su forma de manejo, esperamos que vaya en buenas condiciones, pero que también conozca el camino y sepa llegar al destino. Confiamos que cuando se presente alguna complicación, tendrá la capacidad, la fortaleza y el optimismo para resolverlo. Incluso, siendo pasajeros, podríamos ayudar a resolver, pero no olvidamos quién tiene la mayor responsabilidad. Si nuestro conductor, de forma constante, se desorienta, nos genera desconfianza, no resuelve, está malhumorado y propicia un clima de tensión, sin duda querremos que ya se termine el viaje y buscar un cambio.
El maestro y el conductor tienen responsabilidades transitorias, aunque indispensable, su nivel de compromiso está acotado a su función y al tiempo que la ejercen. Esto significa una gran diferencia, como padres no tenemos una condición transitoria. Aún cuando no estemos presentes, somos una figura importante de autoridad sobre nuestros hijos.
Portar un grado de autoridad conlleva el placer de señalar direcciones, podemos encaminar a nuestros hijos hacia el mejor lugar disponible, podemos ilusionarnos con su potencial y con sus logros. Ellos sentirán la seguridad del límite y podrán mantener el esfuerzo.
El establecimiento de límites es dinámico, es un proceso continuo, debe ser atento al crecimiento de los hijos, en tamaño, pero también en su capacidad intelectual y emocional. Incluso se adapta a la hora del día, hay diferencias en pedirles que se bañen en la tarde, que a la hora de dormir.
Debido a este dinamismo, en Educar+e abrimos espacios de diálogo, de actualización, para pensar juntos y tener criterios similares, que faciliten en casa y en escuela la estancia de los alumnos.
Reiteramos la apertura del Psicopedagógico para colaborar y crecer juntos.
También, invitarles a seguir esta publicación, la siguiente semana les escribo sobre la distinción entre premios y castigos y consecuencias lógicas.
Atentamente
Froylán Rodríguez
Coordinación de Psicopedagógico
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